La cerámica incaica es distinta de los estilos que predominaron
en la zona centroandina . El estilo inca se caracteriza por su
producción en masa, habiéndose encontrado evidencias del empleo de una
gran cantidad de moldes que permitieron difundir una producción
sumamente estandarizada. Sus colores se caracterizan por el uso
intensivo de diferentes tonos de marrón y sepia, además del rojo, negro,
azul, lila, amarillo, verde, rosado, gris, blanco, anaranjado y morado,
que producían una gama relativamente variada de combinaciones. Se
aprecia en la alfareria
inca la predilección por los diseños geométricos, predominando los
rombos, barras, círculos, bandas y triángulos. Las formas típicas son el aribalo y los queros, aunque estos últimos existieron desde el Horizonte Medio y fueron confeccionados también en madera y metal.
Características y formas
La ceramica
inca se caracteriza por sus superficies pulidas, su fina decoración
representativa de tendencia geométrica y el uso de los colores amarillo,
negro, blanco, rojo y anaranjado. Solían pintar rombos, líneas,
círculos, animales y frutos estilizados, así como plantas y flores. Las
aplicaciones modeladas no fueron comunes en la decoración. Se conoce una
amplia variedad de formas, tanto de cerámica fina, como de la doméstica
sin decoración. Existieron diferentes tipos de cántaros: con base
cónica, ollas con asas lateral, ollas trípodes, platos con asa y pintura
interior, tostadores con boca lateral y trípode, etc. El prestigio
alcanzado por la alfareria
inca hizo que en muchos lugares conquistados se copiara sus formas y
decoraciones. Generalmente se producía una mezcla de los estilos locales
con el estilo inca, y se encuentran piezas CHIMU-INCA-CHANCAS, etc.
El Aríbalo
Es la forma más característica de la cerámica inca. Se trata de un cantaro de cuello largo y base cónica. Antiguamente lo llamaban macka o puyñun. El nombre aríbalo se le ha dado por su parecido con las vasijas griegas conocidas como aryballus. Era usado para servir la chicha
en las fiestas importantes. La base descansaba en un hoyo hecho en el
suelo y se inclinaba para vaciar su contenido, labor que resultaba fácil
gracias a su amplia boca. Se ha encontrado finos aríbalos en entierros
acompañando a los difuntos. Para transportarlo se pasaba una cuerda por
las asas y por un pequeño apéndice en forma de botón que representa un
rostro felino. Se colocaba en la espalda y la cuerda era sujetada con
las manos.
muy bueno (y)
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