La cultura inca posee hasta el día de hoy un gran
número de piedras sagradas, las llamadas “huacas”, que tienen un gran
sentido mitológico. Se dice que de estas piedras Viracocha, el Dios
Creador, dio origen a la humanidad; pero otra teoría relata que el mismo
Dios en su intento de crear a los hombres no tuvo el resultado que
esperaba -en ese sentido fracasó- y los convirtió en piedra. Un grupo
diferente de gente cuenta que el primer pueblo inca lo formaron 4
hermanos y hermanas que salieron de una cueva -o sea de una piedra- Uno
de ellos regresó a la cueva y nunca lo volvieron a ver, otros dos se
convirtieron en piedra; el último de los hermanos resultó convertirse en
el primer soberano inca. Como tal gobernó la ciudad de Cuzco. Pero
luego arrojó al mundo una piedra en cada una de las cuatro direcciones y
terminó convertido en piedra al igual que los otros.
Es difícil encontrar una idea única y clara que nos den los incas
acerca de su creencia respecto al origen de este mundo y con él, al de
los hombres. Hay quienes adoraban como Dios Supremo a Inti, el Dios del
Sol; pero por otra parte hubo un soberano inca que dijo que el Dios
Creador era Viracocha. Nos basamos en la creencia de éste, para relatar
el texto anterior, pero es justo conocer una historia igual de
interesante acerca del Dios del Sol.
Inti, apiadado de la vida casi animal que llevaban los hombres
- desconocía algunos avances tecnológicos y progresos respecto a las
ciencias- envió a dos de sus hijos, Manco Cápac y Mama Ocllo, para que
contribuyeran en la “civilización” del pueblo humano. En una isla del
Lago Titicaca partieron su misión, acompañados de una vara de oro. Con
la orden de que fundaran la ciudad donde esta vara quedara clavada en la
tierra, caminaron hasta el “Valle de Cuzco”, lugar en el cual se
cumplió el anuncio del Dios. Estos hermanos contrajeron matrimonio,
fundando un linaje* del cual saldrían los futuros gobernantes de la urbe.
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